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Sunday, March 13, 2016

Un Shock Cultural impresionante

Llegar a Vietnam fue como llegar a la Tierra Prometida. 
Aun así, también cabe decir que Asia siempre me ha cautivado, sobretodo en su pensamiento y cultura. En mi adolescencia fui un apasionado autodidacta de Budismo, Confuncianismo, Taoísmo y otras corrientes de pensamiento que surgieron en esas regiones, y que de una forma más o menos sutil forman parte de la vida cotidiana y de la forma de ser de las gentes de estos países.


Sin embargo, siempre me llamó la atención China. ¿Por qué ese país y no otro? Todavía no lo sé, la verdad. En realidad no conocía nada más que China, para mí en esos entonces Asia era China. Lo cual es un gran malentendido, porque Asia es muy rica y diversa en etnias y culturas, incluso dentro de cada uno de los países de la región.

Creo que el motivo era fundamentalmente el hecho de que en España tenemos la mayoría de inmigración asiática proveniente de China (como en la mayoría de países europeos y de otras regiones del mundo). Y eso, sumado al error de etiquetar a todos los asiáticos como chinos (la realidad es que en general la gente no reconoce tanto sus rasgos característicos como para saber distinguirlos bien, ni lo intentan con esmero), pienso que inicialmente me llevó a sentir más atracción por la cultura china. Además, su antiquísima escritura idiográfica me parece realmente exótica.


Aunque hoy en día sigo pensando que el pensamiento y cultura de China es admirable, y su escritura es bonita a nivel visual, mi sentimiento ha cambiado. No a mal, yo diría que a una perspectiva más realista. Y si le pones interés y empeño, puede pasar a formar parte de ti. O de tu historia.

Pero volvamos a mi primer contacto directo con el mundo asiático, a mi llegada a Hanoi, Vietnam.


Sólo al llegar, ya empecé a sentir algo extraño. Estaba en otro mundo. Pasé inmigración y me dirigí a la salida de llegadas. Estaba ahí, de pie, sonriente, esperando con los demás a los que venían. La satisfacción de haber conseguido llegar hasta allí por mi propia cuenta fue inmensa.

Nos fuimos en taxi al lago más importante de la capital, el lago Hoàn Kiếm (o como los hanoienses lo llaman, hồ Gươm). Más adelante os escribiré un post sobre este precioso lago, ¡porque se lo merece!


Allí fue donde el sumum del shock se produjo. Las motos corrían por todas partes, aparentemente sin norma alguna, entrelazándose, esquivándose por centímetros, pitando constantemente por cualquier motivo a quienes estaban a su alrededor, tantos otros vehículos como peatones... que cruzaban la calle lentamente, paso a paso, y mirando por todos los lados... menos hacia arriba y hacia abajo.


Pero no todos eran vehículos y atascos, ni mucho menos. La fotografía del lago ha quedado sellada en mi memoria. Los parques, la vegetación bien cuidada, la gente mayor ejercitándose a todas horas como atletas preparándose para una competición... las parejas abrazándose disimuladamente y charlando mientras se tomaban un refresco... luces, dinamismo, vida... y en el centro del lago, la antigua pagoda que es hoy un símbolo de Hanoi.


Esa primera noche dormí en un hotel, y eso no fue una mala idea. Sentía que volaba y ese día un poco de reposo comfortable me vino bien. Y desde el día siguiente, ¡empezó la adaptación a esta interesante parte del mundo!

Así fue la llegada. Y la verdad, aun con la costumbre y la adaptación actual, todavía tengo una sensación especial estando aquí. La aventura sigue. Y la novedad también. Y me encantará seguir compartiéndolo con todos vosotros. :)

¡Saludos! Chào các bạn :)

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